Vida de Benjamin Disraeli, conde de Beaconsfield.
Benjamin Disraeli nació en 1804,
en el seno de una familia judeo-italiana, aunque ni su padre, Isaac Disraeli,
ni su madre, Maria Basevi, eran practicantes. Por tanto, en 1817, tanto ellos
como sus hermanos se convirtieron al anglicanismo. De su padre también heredó el
gusto por la literatura, que acabaría por convertirle en escritor a pronta
edad.
Disraeli, que comenzó trabajando en un bufete de abogados, terminó dejándolo porque era demasiado nervioso y extravagante como para estar encerrado en una oficina. Quería viajar y trabajar en algo en lo que poder demostrar su potencial. Por ello, en 1824, con solo veinte añitos, fundaría un periódico, El Representante, con un editor amigo de su padre, John Murray, y grandes personalidades como John Gibson Lockhart o Walter Scott. Por desgracia, a los pocos meses, por diversas razones y un crack en los valores americanos con los que Disraeli especulaba, se vio arruinado y endeudado, por lo que no podía seguir participando en el periódico.
Disraeli, que comenzó trabajando en un bufete de abogados, terminó dejándolo porque era demasiado nervioso y extravagante como para estar encerrado en una oficina. Quería viajar y trabajar en algo en lo que poder demostrar su potencial. Por ello, en 1824, con solo veinte añitos, fundaría un periódico, El Representante, con un editor amigo de su padre, John Murray, y grandes personalidades como John Gibson Lockhart o Walter Scott. Por desgracia, a los pocos meses, por diversas razones y un crack en los valores americanos con los que Disraeli especulaba, se vio arruinado y endeudado, por lo que no podía seguir participando en el periódico.
Sin embargo, esta situación,
lejos de amilanarle, le animó a escribir su primera novela: Vivian Grey, que le granjearía bastante
popularidad. Entre sus novelas más importantes, y que publicará a la par que
hace política, encontramos Coningsby,
Sybil, Tancred y Lothair.
En 1825, con veintiún años, su salud se resiente: padece inflamación de las membranas del cerebro, por lo que abandona Londres junto a su familia y se instalan en el campo, donde se dedicará a trabajar en sus novelas y a descansar lo máximo posible. De vez en cuando, viajaba desde el campo al Parlamento para escuchar a los oradores de los diferentes partidos. Cuando volvía a casa, fantaseaba con cómo serían sus discursos cuando él fuera orador.
Sin embargo, no fue hasta 1831
cuando Disraeli comenzó su carrera política. La oportunidad le llegó a causa
del descontento popular que reinaba en Inglaterra. El gobierno tory ―o
conservador― no estaba funcionado, por lo que se había producido una crisis
industrial, el empobrecimiento de los manufactureros y la disminución de los
salarios. Asimismo los ingleses criticaban fervientemente la Ley del Maíz, de
carácter proteccionista, y el anticuado sistema electoral que los whig ―o
liberales― querían ampliar para su beneficio.
Este descontento generalizado,
por tanto, inducía a unas nuevas elecciones que Disraeli debía aprovechar para
hacerse con un escaño en el Parlamento. Sin embargo, no sabía a que partido
adscribirse. La política whig no le gustaba, hacerse tory en ese momento era un
suicidio político y ser radical no le llamaba la atención. Entonces, para
elegir partido, debía conocer a miembros del mismo, así que empezó a granjearse
amistades influyentes dentro de la sociedad londinense que le permitieran
hablar con las cabezas de los distintos partidos: el duque de Wellington y sir
Robert Peel, como representantes de los tory; lord Melbourne y lord John
Russel, representantes whig; y lord Durham, radical. Finalmente, acabaría
desencantado con todos ellos y se presentaría a las elecciones como
independiente.
En junio de 1832, la Cámara de
los Lores aprobó la Reforma Electoral, y Disraeli decidió acudir al burgo de
Wycombe para ganar el escaño de esa circunscripción. Por desgracia para él, no
consiguió ganarse el afecto de los votantes, y solo obtuvo 119 votos, mientras
que su contrincante, el coronel Grey, recibiría 140 en las elecciones de 1833.
Esta situación hizo recapacitar a
Disraeli. Se dio cuenta de que, si no se adscribía a ningún partido, nunca iba
a alcanzar un escaño en el Parlamento. Por lo tanto, tenía que decidirse, y
tenía que hacerlo en un momento muy tenso: los whig habían ganado las
elecciones, pero eso no impidió su inmediata división entre liberales
reformistas y liberales conservadores, y en cuanto al partido tory, ahora se
definían como conservadores liberales, así que, como Disraeli siempre se había
definido así, se adscribió a ellos.
• Soy un conservador para salvar todo lo que de bueno hay en nuestra Constitución y un radical para suprimir todo lo que tiene de malo. •
El 20 de junio de 1837, Guillermo
IV, rey de Inglaterra, fallece y sube al trono la joven reina Victoria. La
llegada de un nuevo monarca supone la disolución del Parlamento y elecciones
generales, en un momento extraordinario para Disraeli, que ya se había dado a
conocer entre la sociedad y era un miembro aclamado entre los tory. Fue por
esta reciente fama que recibió numerosas ofertas de circunscripciones que iban
a asegurarle un escaño en el Parlamento. Entre esas ofertas, destaca la de
Wyndham Lewys, marido de una de las amigas de Disraeli, Mary-Ann Wyndham. Este
le ofreció ser su colega en la circunscripción de Maidstone, a la que le
correspondían dos escaños en el Parlamento. Disraeli aceptó y el 27 de julio de
1837, tanto Lewis como Disraeli fueron elegidos como parlamentarios. Una
alegría que se vio turbada seis meses después, cuando Lewis murió. Aunque eso
permitió a Disraeli acercarse al amor de su vida: Mary-Ann, con la que se
casaría en 1839 y a la que querría como a ninguna otra mujer.
Ya como parlamentario, llegó el
momento de dar su primer discurso, acerca del sistema electoral de Irlanda. Sin
embargo, no fue ni por asomo como él había imaginado que sería cuando era
joven. En el momento en que empezó a hablar, comenzaron las risas. Los
liberales y los irlandeses se reían de él y aplaudían con sorna a medida que
hablaba, sin permitirle articular frases y sin permitir que se escuchase bien
lo que decía. Como consecuencia, Disraeli salió de la Cámara de los Comunes
totalmente abochornado y pensando que había sido un fracaso. Para su sorpresa,
el resto de partidos elogió su actitud y le hicieron ver que esta situación
había sido la demostración de que le tenían miedo: si se hubieran callado y le
hubieran escuchado, lo más probable es que no le hubiera hecho caso nadie, pero
las risas demostraban que sabían que Disraeli era bastante inteligente y tenían
miedo de lo que pudiera decir.
Pero Disraeli no se conformaba con un
escaño en el Parlamento: quería un ministerio. Y, a decir verdad, lo tenía todo
a su favor. A su fama y elocuencia se sumó que el gobierno whig estaba a punto
de caer, pues la práctica del liberalismo no había funcionado, permitiendo a
los tory ascender al poder. Sin embargo, cuando en 1841 sir Robert Peel, a la
cabeza del partido tory, formó gobierno, no le ofreció un ministerio a
Disraeli, pues, al parecer, la fama había traído consigo odio, y muchos habían
empezado a desconfiar de su figura extravagante de dandy.
A Disraeli ya solo lo apreciaban
y admiraban un grupo de chicos recién salidos de Cambridge que había obtenido
algunos escaños en el Parlamento. Entre ellos, se encontraban George Smythe y
lord John Manners, quienes, descontentos con la política actual, solo veían una
única solución: fundar un nuevo partido con Disraeli a la cabeza. Así nació la Joven Inglaterra,
que no vacilaba en votar en contra del gobierno tory cuando su actitud era
contraria a los principios de la Joven Inglaterra. Unos principios leales al
conservadurismo, defensores del proteccionismo, la agricultura y, básicamente,
la tradición.
El momento cumbre de la Joven
Inglaterra llegó en 1846, cuando sir Robert Peel, a causa del miedo a ver a
Inglaterra sumida en una hambruna por la supuesta racha de malas cosechas que
se avecinaba, se entregó a las teorías librecambistas, aunque supusiese ir en
contra de la marca del partido. Como consecuencia, se ganó la oposición de la
mayor parte del gobierno, no así de la reina Victoria y del príncipe Alberto,
que apoyaban a Peel en todo. Esta situación sirvió a la Joven Inglaterra para
innovar: ahora se llamaría Partido Proteccionista, y en él entrarían
personalidades como lord George Bentick y lord Stanley. El Partido
Proteccionista, coaligado con los whig, derrocó al gobierno de Peel y los whig
se harían con el poder.
Tras la derrota de Peel, sin
embargo, los tory juraron que nunca se unirían al Partido Proteccionista
mientras Disraeli estuviera en él. La reina y el príncipe, por su parte,
tacharon a Disraeli de ambicioso y sin principios. Y, por si fuera poco, lord
Bentick moría a los pocos días del derrocamiento de Peel a causa de un infarto.
Disraeli se quedaba solo y el partido, sin jefe.
Por tanto, lord Stanley se vio
obligado a pedirle a Disraeli que aceptase trabajar en la sombra mientras que
alguien agraciado hacía de cara pública del partido. Disraeli, naturalmente,
tan ambicioso como era, se negó. Así que lord Stanley se las ingenió para
ofrecer la jefatura del partido a un comité de tres personas: Granby, Herries y
Disraeli. Cabe destacar que, a las tres semanas de la creación del comité,
nadie oía hablar de los dos primeros, pues Disraeli se había conformado como líder
indiscutible de la oposición.
Sin embargo, por muy jefe del
partido que fuera, no se sentía respetado y veía muy lejos el poder. Se le
criticaba constantemente, su partido no tenía doctrina ―el proteccionismo
estaba muerto ahora que la agricultura iba viento en popa― y ningún conservador
partidario de Peel quería unirse al partido mientras Peel viviese.
Y en esta tesitura, lord John
Russel dimite de su puesto como Primer Ministro, y la reina, para sorpresa de
todos, llama a lord Stanley ―ahora lord Derby, tras la muerte de su padre― para
que forme gobierno, siempre y cuando Disraeli deje de comportarse como venía
haciendo hasta ahora. Es destacable el desprecio que le tenían tanto Victoria
como Alberto a este pintoresco personaje.
Entonces, para formar gobierno,
lord Derby, que se sabe en desventaja, ofrece a los partidarios de sir Robert
Peel que, ahora que este ha muerto, se unan al Partido Proteccionista. Los peelistas, sin embargo, le hacen saber
que solo se adscribirán al partido si abandonan el proteccionismo. Lord Derby,
naturalmente, se niega y, por tanto, se quedó sin miembros útiles para poder
formar un buen gobierno, y se vio obligado a formar gobierno con hombres que
nunca habían ostentado un ministerio y cuya calidad era discutible. Disraeli
fue nombrado Canciller del Exchiquier o Canciller de la Hacienda, terminando
así de formar el ministerio vulgarmente conocido como el de los «Who? Who?»
―¿Quién? ¿Quién?―, pues nadie conocía a los ministros que lo formaban.
Su puesto como Canciller de la
Hacienda, al menos, le sirvió para congraciarse con la reina, gracias a los
informes que le manda cada noche, relatándole las sesiones que tienen lugar en
el Parlamento, con un tono jocoso y fácil de leer.
Pero eso sería lo único bueno,
pues Disraeli fue discutido constantemente en el Parlamento. Sobre todo en
1852, cuando tuvo que presentar unos presupuestos ante toda la Cámara, con
Gladstone, su enemigo acérrimo del partido tory, al frente de la oposición.
Durante días, noche tras noche, se burlaron de Disraeli, recalcando su
ignorancia y su locura. Como era de esperar, los presupuestos no fueron aceptados y
el ministerio de lord Derby cayó. Como consecuencia, se formó el ministerio de
Gladstone que, a diferencia del de los Who?
Who?, fue conocido como el ministerio de «Todos los talentos».
Una de las acciones que quisieron
llevar a cabo los tory en el poder, y que les valió el suicidio político
después de tantos años en el poder, fue otorgar el voto a todo elector que
pagara más de diez libras de alquiler. Sin embargo, se topó con la oposición
tanto del Partido Proteccionista como de los whig, que se coaligaron para
derrotar al partido. Cuando por fin lo consiguieron, la reina hizo llamar a
lord Derby para formar gobierno. Esta vez, el ministerio se conformó con
figuras más importantes, y de él salió la reforma electoral más importante de
la era victoriana, propuesta por el mismísimo Disraeli: ampliar el sufragio
concediendo el voto por casa, fuese cual fuese el alquiler. La propuesta fue
aprobada en 1867.
En febrero de 1868, lord Derby,
debilitado por la gota, renunció a la presidencia del ministerio, y la reina
hizo llamar a Disraeli para nombrarle Primer Ministro. Sin embargo, no duró
mucho, pues en las elecciones generales de diciembre, Gladstone ganó la
batalla. La reina, entonces, le pidió a Disraeli que, dada su edad ―64 años― y
su ya asentada amistad, se retirase de la política. En cambio, él se negó, pues
aún se veía con fuerzas. Por tanto, le pidió que le diese un título nobiliario
a su mujer, Mary-Ann, pero no a él pues quería seguir participando en la Cámara
de los Comunes y no en la de los Lores. Así, Mary-Ann se convertiría en
vizcondesa de Beaconsfield, aunque no disfrutaría mucho del título, pues
moriría en 1872 de un cáncer de estómago. Esto provocó que, para no pensar en
la muerte de su amada, Disraeli se volcase más en la acción política. Por ello,
ese mismo año, a la edad de 68, fue elegido Primer Ministro.
• Para mí, es veinte años demasiado tarde. Dadme vuestra edad y vuestra salud. ¡El poder! Me ha llegado demasiado tarde. •
Su gobierno se caracterizó por
las leyes que promulgó: igualdad en las obligaciones entre empleadores y
empleados, ampliación de los derechos de las Trade-Unions, reducción de las
horas de trabajo a 56 a la semana, descanso los sábados por la tarde y
numerosas leyes sanitarias… También destacó por la compra del canal de Suez y
por otorgarle a la reina Victoria el título de Emperatriz de la India, aunque
esto no gustase mucho al pueblo inglés.
Sin embargo, su gobierno es
mayormente conocido por su política exterior, que comenzó en 1875, cuando
algunos campesinos de Bosnia y Herzegovina se sublevaron contra los turcos que,
como no hacían nada, permitió a Rusia inmiscuirse en el problema en base a sus
propios beneficios: quería el acceso al Mediterráneo. Disraeli, por su parte,
no estaba dispuesto a tolerarlo: si Rusia se hacía con el Mediterráneo,
Inglaterra perdía el contacto con la India y Australia.
A la sublevación bosnia se sumó
la búlgara. Como consecuencia, Rusia, Alemania y Austria redactaron un memorándum
severo dirigido contra Turquía que conllevaba su destrucción. Le pidieron a
Inglaterra que firmara, pero Disraeli se opuso: no podía colaborar para
destruir el único país por el que podía llegar a la India por tierra si
finalmente Rusia se hacía con el Mediterráneo.
Gladstone aprovechó la situación para
criticar la pasividad de Disraeli ante una guerra inminente, y el pueblo se
puso en contra del Primer Ministro. Incluso la reina estaba en desacuerdo con
Disraeli y le instaba constantemente a declararle la guerra a los rusos.
Disraeli se negó cuanto pudo, hasta que Rusia le declaró la guerra a Turquía. En
ese momento, Disraeli advirtió a Rusia que Inglaterra no permanecería neutral
si el Zar no respetaba los tres puntos indispensables para la conservación del
Imperio: el Canal de Suez, los Dardanelos y Constantinopla. El imperio ruso
aceptó, aunque no pensaba cumplir la promesa.
Igualmente, los turcos se
defendieron bastante bien, y se creía que los rusos estaban siendo derrotados.
Hasta que Rusia venció y comenzaron a trazar las líneas para un acuerdo con los
turcos: el acuerdo de San Stefano. En ese momento, la Alemania de Bismarck, que
se había mantenido al margen, se opuso a Rusia y comenzó a poner condiciones:
el tratado entre Rusia y Turquía debía someterse a juicio por parte de las
potencias europeas en un Congreso, sino se declararía la guerra a Rusia. Rusia,
que ya estaba amenazada por Inglaterra, no podía hacer frente a Alemania, así
que aceptó, con la condición de que el tratado solo debía comunicarse, pero no
sometido a las potencias.
Entonces Disraeli comunica a Schuvalov,
representante de Rusia en el Congreso de Berlín, que no acudirá a no ser que se
produzca antes un acuerdo anglo-ruso en el que se estipule que Rusia no se
inmiscuirá ni en Bulgaria ni en Armenia. Rusia acepta lo de Bulgaria, pero no
lo de Armenia, hasta que se corre el rumor de que las tropas traídas de las
Indias ya han empezado a desembarcar en Inglaterra. En ese momento, Rusia, que
sabía que si entraba en guerra perdería todo, cede ante las exigencias de
Inglaterra. Asimismo, se firma un convenio con el sultán turco y Chipre es
cedida a Inglaterra a cambio de defensa si Rusia se sobrepasa en Armenia.
Finalmente, Disraeli consigue lo que quería: el Mediterráneo Ingles
Sin embargo, los problemas para Inglaterra y
Disraeli no acabaron ahí. Por un lado, casi entran en guerra con Afganistán; en
Sudáfrica, los zulús habían asesinado 1500 ingleses y al hijo de Napoleón III,
al que la reina Victoria había animado a ir a luchar; y se avecinaba una quinta
oleada de malas cosechas que provocaría una crisis financiera y una crisis
agrícola. El pueblo empezaba a comprender que el gobierno de Disraeli no estaba
siendo tan bueno como en antaño, y las elecciones venideras se inclinaban a
favor del partido de Gladstone.
Finalmente, los conservadores
fueron aplastados en 1880. Pero a Disraeli ya no le importaba, pues estaba
enfermo y agotado, solo quería descansar. Lo único que le dolía al abandonar el
gobierno era no poder inmiscuirse en política exterior y, sobre todo, abandonar
a la reina Victoria, a la que podía considerar ya su mejor amiga.
El 19 de abril de 1881, hacia las
dos de la mañana, Disraeli murió. La Reina no pudo asistir al entierro dada la
lejanía, pero cuando pudo acudir a la tumba de Disraeli, junto a la de su
mujer, realizó el mismo camino que la tumba fúnebre e hizo erigir un monumento
en el que está inscrito lo siguiente:
• A la querida y honrada memoria de Benjamin, conde de Beaconsfield, este monumento es dedicado por su agradecida soberana y amiga Victoria R.I.
Los reyes aman a quien habla con acierto, (Salmo XVI, 13). •
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